Mi amiga Ansi, pelma como ella sola

Mi amiga Ansi, pelma como ella sola

¡Cómo se agradece tener buenas amigas! Ahí están para lo bueno,para lo malo y lo regulín.

Y luego está Ansi (lo sé, imposible olvidarse de ella, pero por si acaso os la vuelvo a presentar aquí). Ella no es que se preocupe por ti y acuda en tu ayuda a las tres de la mañana si hace falta. No. Ansi ya se anticipa a tu problema, es como una pitonisa de las madrugadas televisivas. Entonces, ya os lo podéis imaginar; se chulea cantidad ante el resto de la pandi porque ella es siempre la primera en conocer mis más íntimas urgencias amiguiles.

Incluso se ha dado el caso en el que comunico un problemilla a alguien, y como tus amigas son divinas, ahí que se plantan raudas y veloces. Pero en cuanto llega la primera, se le queda cara de panoli, porque nunca va a ser medalla de oro, debido al Servicio 24 horas de ayuda al cliente de la Ansi.

Yo, a ver, ya sabéis que no me gusta criticar………PERO…..(¡ahí estamos! El “pero” es la palabra clave de la lengua cervantina)…no sé cómo sacármela de encima la mayoría de las veces. Y es que oye, la muchacha, cuando hay ambientón y fiesta, pone mucho de su parte para que yo no me desinfle. Sin embargo,  estar tan chachi que te mueres más de dos horas seguidas, me pone frenética nivel Ruta del Bakalao, y, francamente; me apetece que me deje a mi aire un rato.

Entonces llega el momento de comenzar la ronda de indirectas: “Oye, Ansi; no te va a pasar ahora el último bus?”  “Tranqui, tía; traje mi coche y lo dejé en el párking” (genial, me lo ha puesto a huevo; venga, va, Mala; en esta te tienes que lucir) “Madre míaaaa, pues vete yendo, que te va a salir por un pastizal”, (lo estoy intentando, os lo juro. Pero esta tía tiene respuesta para todo). “¡Qué vaaa, tengo un colega que trabaja allí y me hace precio. ¿Sabes quién es? ¡Nito!”, “¿Nito?, ni idea”, dije yo. “Que sí, que lo conoces de toda la vida. Lo que pasa es que ahora no quieren que lo llamen igual que cuando era pequeño: Insomnito. Dice que queda ridículo para un tío de cuarenta años”

Vaya si no me acuerdo de semejante pájaro. ¡Menudo elemento!

Así que le digo a Ansi: “A ese le gustaba mucho la noche, y se dedicaba a molestar a los que queríamos ir de tranquilotes”. Lo peor de todo es que Nito sacaba unas notazas porque estaba despierto cuando todo el mundo dormía. Como en su casa no tenían el Canal Plus de pago, se cansaba de ver la porno  achinando los ojos, así que se ponía a estudiar. Decía que era la única forma de quitarse de la cabeza lo que se había imaginado en la peli cochinota y codificada.

En fin, os recuerdo que estaba intentando deshacerme de Ansi, ya que se estaba poniendo muy cargante. Me pregunta que qué me pasa, que parecía que estaba de mal humor. ¡Como para no! Pongamos que suena la misma  canción de Camela una y otra vez, una y otra vez. Le das al botón de stop y aun así, el horror no para, venga que dale:

“ESCUCHAMÉ, COMPRENDELÓ ES IMPOSIBLE NUESTRO AMÓOO naraniano nianooooo”

Pues así es Ansi. Como una canción interminable de Camela.

Dado entonces que mis sutiles estrategias para que se fuera a casa no funcionaron, decidí decírselo claramente, en el momento y lugar adecuado: una esquina de un bareto, gritando cada sílaba que pronunciaba. “¡¡¡OYE, ANSI, QUE TENGO QUE HABLAR CONTIGO DE UNA COSA!!!”, (y continúo:) “¡¡¡ YA SÉ QUE SOMOS INSEPARABLES, PERO A VECES ME AGOBIAS MUCHO!!!” (¡toma delicadeza!), “¡¡¡PERDONA, QUE NO TE ESCUCHO!!!, ¿¿¿QUE A VECES QUÉ???”, (ay señorr, qué supliciooo) “¡¡¡QUE ME AGOBIAS MUCHO!!! (espérate que esto no se acaba nunca), ¿¿¿¿QUE TE QUÉ????

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡QUE ME AGOBIAS MUCHO!!!!!!!!!!!!!

Ansi salió pitando, queriéndose marcar un desaire peliculero, de esos que te das media vuelta, haces un jasss jasss con el pelo, y dejas petrificado al otro. Pero en la vida real, te encuentras con pequeñas adversidades que te deslucen mogollón la escenita de ahí-te-quedas; como por ejemplo, LA MONTAÑA DE ABRIGOS. Es decir, quieres hacer esa salida triunfal que deje a la otra menda (en este caso, yo) sintiéndose culpable e infecta; y de repente, tienes que hacer una parada en boxes que consiste en esa colina de setenta y cinco abrigos negros que se colocan sobre el mítiquísimo taburete. Al final, encuentras el tuyo gracias a la técnica del descarte: este no es, que lleva coderas; este no es, que tiene capucha; este no es, que tiene un puño de acero en el bolsillo,….Y así seis minutos.

Tras mis demoníacas palabras de mala amiga, Ansi se fue y yo hice lo mismo. Aisss…¡que yo solo quería que se fuera! Tampoco creo que yo sea una pérfida persona. O sea, tengo una amiga que cuando llega tengo ganas de que se vaya. ¿Eso desde cuándo se considera algo feo?

Otra cosa sería, no sé, desearle que su avión se pierda en el Triángulo de las Bermudas; eso sí que me parece que no es de buenas colegas. Pero oye, que soy una ricura, y sin embargo, ¡cómo se puso cuando le dije que me agobiaba!

¡¡Es que menudas ganas de sacar las cosas fuera de contexto!! ¡Hay cada tiquismisquis por ahí!

Bueno, finalmente, Ansi me escribió un mensa para decirme que una pelea la tiene cualquiera, y que me acompaña esta semana al examen de francés, porque dice que le gusta estar conmigo en momentos de tensión arterial. Doy fe.

A omnipresencia y perserverancia no le gana nadie, desde luego.

 

 

2 comentarios

  1. Jajajajaja.. No sé qué momentazo me ha gustado más: si el “nananiano niano naaaa” de Camela o el de buscar tu abrigo en el montañón acumulado sobre un taburete del garito en cuestión. Qué recuerdos de este último. Yo estuve a punto de cambiar de fondo de armario así, como quien no quiere la cosa.

    Muy divertido el artículo!!!

    1. Muchas gracias. La montaña de abrigos es un clasicazo en todo garito que se precie. Lo malo es que desde que dices “Chao!” hasta que encuentras tu abrigo, pueden pasar unos 20 minutos, con lo que tienes que volver a despedirte y ya pierdes el halo de mujer misteriosa. Jajajaja!!!

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