Mala, la más maja de España
¡Qué maravilla! Traigo una novedad: resulta que soy majísima y yo no tenía ni idea. Pero maja-maja, majísiima de la muerte. Maja a morir. Y yo viviendo en la inopia, desconociendo esta dulce noticia capaz de embelesar los más pétreos oídos. Qué lástima, pudiendo haber vivido tan majamente como merecemos la gente maja. En principio, el descubrimiento de esta buena nueva se debe a la llegada del invierno, de las lluvias y del frío; ya que me atavío debidamente y acorde a las circunstancias climáticas, a saber: gorros, paraguas, guantes, bufandas y todo aquello que sea susceptible de dejar olvidado en cualquier sitio al queLEER MÁS