Reseña cultural #3 ¿Cuqui o mierduki?: LOS CONCURSOS DE CANTAR

Reseña cultural #3 ¿Cuqui o mierduki?: LOS CONCURSOS DE CANTAR

reseña programaEs el mejor título que he encontrado para agrupar ese tipo de programas en los que en principio se va a cantar pero, aprovechando la coyuntura, ya de paso hacen el idiota, cuentan sus miserias para dar penita o van a hacerse famosos para salir luego en el Lecturas. Y lástima que la Interviú ya no existe, porque hacerse una portadita era otro de los grandes clásicos.

Pero ante todo, y aunque no lo parezca, me han dicho que el objetivo de estos espacios televisivos es convertir a sus concursantes en estrellas de la música o como quiera que se llame eso que hacen.

Además, como no hay pocos precisamente, me hago un lío tremendo con todos ellos: que si Operación Triunfo, que si ese de girar el sillón, que si el de ir a hacer desde magia hasta contorsionismo, que si el de unos famosos (¿famosos?) que van a imitar a verdaderos iconos de la música y muchos otros más.

Por lo demás, no me extraña que no sepa distinguir un programa del otro, ni en qué canal ponen a cada uno, ni quién es su presentador. Y nunca me pidáis que juegue a unir títulos con sus respectivos programas, porque acabo antes enlazando los elementos de la tabla periódica con sus abreviaturas. Solo sé que lo único que tienen en común es que siempre cuentan con la presencia de:

a) Padres llorando: Dicen que la nena baila y canta desde que tenía cuatro meses, y ahora que tiene tres años ha cumplido su sueño de salir por la tele. ¡Enhorabuena, padres! Tienen una hija superdotada que ella solita ha cogido el Ave y se ha presentado a las pruebas, pues aseguran que todo ha sido cosa de la niña y que para nada quieren explotar a su hija ni salir en la revista Pronto.

b) Niños repelentes: Insoportabilidad nivel hiperbólico. Canijos resabiados, graciosillos y cargantes. Sueltan un chiste y el regidor obliga aplaudir al público, mientras enfocan a la abuela que se seca las lágrimas con un pañuelo de tela, como mandan los cánones abuelísticos.

Aunque atención, veamos los tres factores absolutamente imprescindibles:

c) Algún tipo de discapacidad: Todo vale con tal de ganar audiencia y, por lo tanto, parné. Gente que, desgraciadamente, se mueve en silla de ruedas, o es invidente, sordomuda o camina gracias a una pierna de titanio. No ganará el concurso pero sí va a ser la finalista, y así los creadores de esta emisión nos demuestran a todos que se trata de un programa libre de prejuicios. Qué buenas personas.

d) Concursantes con algúna pena familiar: Véase una abuelita que acaba de fallecer y que era la mayor fan de la concursante o bien una madre enferma de cáncer que ha sido su inspiración por su fuerza, tesón y lucha. Y venga a repetir estas tres palabras una y otra vez mientras la audiencia se arranca con aplausos muy espontáneos (espontáneamente impuestos por el regidor, quiero decir).

e) Jurado de cuestionable criterio: Bien, hete aquí mi parte favorita. Veamos, tenemos por una parte alguna que otra estrella venida a menos y que no tiene ni puñetera idea de cantar ni de buena música, y por otra, a algún que otro personajillo televisivo que puede hacer la función de bufón, de mosca cojonera o de buenecito. Eso ya lo decidirá el guionista.

Si bien el rol que nunca falla es el del que va de entendido del negocio. Se supone que sabe de esto y las pilla al vuelo. Solo le basta una semicorchea para averiguar si alguien tiene talento o no. Guauuuu. ¡Si es que es un programa de calidad y no contratan a cualquiera!

Ahora bien, ya os he hablado de que todos me parecen iguales y para mí son un auténtico sopor televisivo, pero de lo único que estoy segura es de que el personal de vestuario debe de elegir los modelitos a oscuras, porque madre de dios.

No he visto en mi vida un estilo más chonardo: chonis ellos, chonis ellas. Qué lástima, parecen cantantes de la orquesta Verano suavessito, muy próximamente en las patronales de su pueblo, amigos y amigas.

Nada que comentar, por otra parte, de la importancia del baile mientras entonan las notas como buenamente pueden. Yo no sé, pero para hacer esas dos cosas a la vez tendrás que doparte como un ciclista. Y, francamente, no veo a mi querido Neil Young bailando zumba mientras canta Harvest Moon.

De todas formas, centrándonos en lo que es el cante; vamos a ver: ¿por qué narices la mayoría de toda esta chavalería canta en plan Nino Bravo? ¿Por qué si ponen voz de negra a lo Tina Turner el jurado enloquece aunque lo estén haciendo de pena? ¿Por qué si tocan cuatro acordes al piano se les considera Chopin?

Demasiadas incógnitas para mí.

Con lo cual,

VEREDICTO DE MALA:

Mala mierduki

¡¡Mierduqui!!

 

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