En el momento en que toca la escena de sexo cuando estás viendo una peli en compañía, se te queda cara de imbécil y no sabes qué hacer. Yo, de naturaleza simple y, en ocasiones, también práctica, cuando paso vergüenza solo tengo un recurso: decir chorradas. Cualquier cosa menos quedarse en silencio sepulcral ante la estampa de dos personas jadeantes que se revuelcan entre sábanas de satén. Aun así, entre tontería y estupidez tengo tiempo de sobra para llevar a cabo una extensa indagación por los entresijos de estas escenas centradas en revolcones ajenos. No resulta un ejercicio complicado, pues por poco observadora queLEER MÁS