Reseña cultural #5: LAS SERIES DE MÉDICOS Y HOSPITALES. ¿Cuqui o mierduqui?

Reseña cultural #5: LAS SERIES DE MÉDICOS Y HOSPITALES. ¿Cuqui o mierduqui?

Estas semanas estoy apreciando una disminución de series de médicos y hospitales en esa gloriosa parrilla televisiva de la que disponemos. No corren buenos tiempos para emitir historias situadas en boxes de urgencias y centros de salud, pensarán los responsables de la programación.

Yo, sin embargo, creo que los planificadores están dejando pasar una oportunidad irrepetible para emitir una ficción totalmente inverosímil que nos distraiga de nuestra actual y confinada vida cotidiana, ya que no hay nada que nos evada más de nuestra realidad que ver a unas personas vestidas con bata blanca de Armani curando a pacientes que parecen modelos de lencería.

Si esto no es ciencia ficción para distraer al público, que un rayo me fulmine ahora mismo

¿Por dónde empezar con todo este disparate, teniendo en cuenta además que, dada la naturaleza profunda y solemne de sus argumentos, se le considera oficialmente género dramático? Diseminemos, pues, los principales rasgos característicos de este delirio indudablemente cómico:

No entiendo entonces de dónde sacan el tiempo para ponerse cachas: Cada tres frases repiten que acaban de salir de un turno de 72 horas que empalmarán con otro turno de otras 72 horas. Aún así, practican el crossfit, shiatsu, culturismo, jogging y cualquier actividad que acabe en -ING, especialmente el fucking, que vendrá como consecuencia de las ocupaciones anteriormente citadas; porque habréis observado que van todos reventando uniformes con sus bíceps, y a mí eso me perturba mucho, porque nadie me ha aclarado aún cuándo tienen un rato para ir al gimnasio.

Con lo cual, pues pasa lo que pasa: que están todos amontonados durante horas y horas dentro de aquel hospital, que aquello parece Gran Hermano, y ahora te toco un musculito, y ahora entro en el vestuario y… vaya, justo te acabo de ver la tableta de chocolate que tienes por abdomen, y el resto ya lo sabéis.

Por el quirófano no sabes si se pasan mucho, ahora bien, si dedicaran las mismas horas sacándose la camiseta que operando caderas a las ancianas, estarían todas las señoras que daría gloria verlas por las calles.

Todos se enrollan con todos: Se trata del juego del Twister, en el que a uno le toca mano izquierda con una enfermera de geriatría, y pie derecho con un cirujana de la Unidad de Quemados. Luego vuelven a tirar y a la cirujana de Quemados le toca mano derecha con un asistente social, y pie izquierdo con la anterior enfermera de geriatría. Sí. En este capítulo se hace lesbiana. Ya la pondrán hetero otra vez cuando llegue un nuevo residente que se acuesta a las tres de la mañana y se levanta a las cinco para hacer pesas.

Gran abanico de variedad étnica entre el reparto principal: Negros, indios de la India (los suyos no les interesan), asiáticos, latinos, escandinavos, mulatos caribeños y, por supuesto, blancos. Todo el mundo está buenísimo, especialmente los no-blancos, quienes han de ser escandalosamente bellos y exóticos, aunque, OJO, sin pasarse, NO VAYA A SER QUE SE ALEJEN DEMASIADO DE LOS PARÁMETROS OCCIDENTALES.

Así que el papel de pediatra jefe se lo dan a un tío negro de ojos verdes, claro de piel pero con pelo afro de anuncio de Levi’s, pequitas inocentes e, incluido en el pack, una penosa y triste infancia a sus espaldas en un barrio marginal.

Sin olvidarnos del médico judío, siempre resabiado, poco agraciado, bajito, con nariz aguileña y pelo rizado.

Y hala, ya han cumplido con la diversidad.

– Ellas parecen que acaban de bajarse de una pasarela de moda: Todas jovencísimas, altas, delgadas y siempre recién salidas de la peluquería. Creo que llevan las planchas del pelo en los bolsillos de la bata, de lo contrario no lo entiendo. A algunas le ponen pestañas postizas, y entre eso y las gafotas esas para operar, yo no sé si acertarán con la incisión. Lo mismo te iban a sacar el apéndice y sales de allí sin un riñón.

Las únicas mujeres a las que se le permite estar menos cañón son a las que hacen de jefas de algo. Porque sí, ahora viene el mayor elemento cómico de la serie:

– Las mujeres están siempre al mando de los puestos de mayor responsabilidad: Mejor si son mujeres negras. O mujeres negras lesbianas.

Con esto último ya hacen el megacombo del #Metoo, de la igualdad racial, sexual y de todo lo que diste de la realidad lo máximo posible. Por eso no es una serie de ficción, sino de ciencia-ficción. Es más verosímil Star Trek que esta bazofia repleta de discriminaciones positivas con gran tufo negativo.

– El personal de limpieza nunca sale: Como mucho, ponen a un fulano fregando el suelo del recibidor mientras el prota, mochila al hombro, se dispone a salir por la puerta principal puesto que ya ha acabado su turno de 130 horas seguidas en las que le ha dado tiempo a salvar vidas, identificar una enfermedad rara e incurable de la cual él mismo encontrará la vacuna, hacer musculitos frente a un espejo y fornicar a todo lo que se le ponía por delante.

¡Esto no es una serie de médicos! ¡Esto es mejor que una comedia de Peter Sellers!

Veredicto de Mala:

¡¡Mierduqui!!

2 comentarios

  1. Impresionante el mal gusto de este texto en éstos momentos. Dejo de seguir la página

    1. Judit, ¿hablas en serio? Es que todos somos tan políticamente correctos… Sí, es mejor que dejes de seguir el blog porque careces de cualquier atisbo de sentido del humor… Vete a aplaudir a la ventana, anda

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